La alondra
A Herme.
El frío viento que sopló del norte dispersó mis sentidos entre la niebla. Las gotas del rocío de tu noche disolvieron mis pasos en la arena. ¿Y mi nombre? Aplastado de los días por la roca dura, dormido yace. Los versos que tus ojos me escribían quemados fueron en su propio fuego. ¿Mi recuerdo? En el valle del olvido. Una alondra lo llevó, ola del cielo.
Retamar, diciembre de 2006
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Bello poema en el cual se conjuga la sombra del paisaje con la noche del alma. Me encantó. Un abrazo.
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Clara Schoenborn said this on 20/09/2009 a 4:24 |
Gracias, Clara, por visitar mi espacio. Justo eso intenté: hacer corresponder ambos conceptos. Me alegra que te haya gustado.
Besos desde este mar.
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Pedro Ferreira said this on 02/10/2009 a 23:18 |
Hermosamente tirstes tus versos dedicados a una gran mujer y amiga que aun en la ausencia fisica continúa viva en el sentir. Hermoso, Pedro, hermoso.
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Adriana Lippo said this on 20/09/2009 a 1:56 |
Gracias, Adriana. Ya conoces la historia y lo que significa para mí el recuerdo de Herme. Me alegra que te haya gustado.
Besosssssssssssssssssssssssssssss… con un jardín.
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Pedro Ferreira said this on 02/10/2009 a 23:15 |
Triste pero fascinante poema que no lastima. Como brisa suave y fresca para el espíritu acongojado.
Besos fuertes como abrazos.
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Liz Barrio said this on 20/09/2009 a 0:53 |
Gracias, Liz, por tu fidelidad de amiga, jejeje. Me alegra que te guste. Me gusta ese concepto de mi tristeza.
Besos fuertes también para ti.
Como abrazos desde la bahía.
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Pedro Ferreira said this on 02/10/2009 a 23:07 |